Mención
honorífica en el Festival de San Sebastián de 1981
Mención
honorífica del Festival Fílmico
Internacional de Locarno, 1981
Premio
del Círculo de críticos cinematográficos de Nueva York, 1981
Premio
de la Asociación de Críticos de Los Ángeles, 1981
Premio
Sociedad Nacional de Críticos Cinematográficos de los Estados Unidos de América
1982
Premio
Sociedad de Críticos de Cine de Boston, 1982
Nominada
al Globo de Oro
TÍTULO
ORIGINAL Pixote a lei do mais fraco
AÑO 1981
DURACIÓN 127 min.
PAÍS Brasil.
DIRECTOR Héctor Babenco
GUIÓN Héctor Babenco & Jorge Durán
Basado en la novela Infancîa dos mortos (Hijos de los muertos) de José
Louzeiro
ACTORES Fernando Ramos da Silva (Pixote)
Jorge Julião (Lilica)
Gilberto Moura (Dito)
Marilia Pêra (Sueli)
Tony Tornado (Cristal)
Jorge Julião (Lilica)
Gilberto Moura (Dito)
Marilia Pêra (Sueli)
Tony Tornado (Cristal)
MÚSICA John Neschling
FOTOGRAFÍA
Rodolfo Sanches
GÉNERO Drama – Pobreza
Sinopsis: En las calles
de São Paulo, Brasil, los niños se ven obligados a buscar cualquier medio que
les permita sobrevivir. La ley prohíbe que un menos de 18 años pueda ser
encarcelado, situación que es aprovechada por traficantes, ladrones y otros
criminales para su beneficio. De esta manera, los niños son utilizados para
cometer crímenes, sin que nadie pueda evitarlo. Pixote es uno de estos niños
sin nombre, sin apellidos. Sólo Pixote (chavo, chamaco). Ha vivido en las
calles toda su vida y las conoce como la palma de su mano. Como otros niños,
Pixote vagabundea en medió de prostitutas y tahúres, ganándose la vida como
puede. El instinto de supervivencia lo anima, a pesar de que el destino no le
ofrezca ninguna esperanza, como a ninguno de los otros niños.
Comentario: Una película
que va en la misma línea de Los olvidados del español, Luis Buñuel, de Shalom,
Bombay de la directora hindú, Mira Nair y de La vendedora de rosas del
colombiano Víctor Gaviria.
El
film trata un tema siempre preocupante la niñez desamparada.
No
hace falta ir muy lejos para saber que esa realidad está ahí, casi a nuestros
pies.
Estos
niños desamparados no sólo recorren las calles de São Paolo, sino que lo hacen
en Ciudad de México, en Bombay, en Medellín y, en muchos, muchos lugares del
Tercer Mundo, donde hacen casi parte del paisaje urbano, para denunciar con su
presencia toda una serie de irregularidades, que nos demuestran, en definitiva,
que la delincuencia tiene una etiología social, ante una sociedad que cierra
los ojos, las puertas, el corazón a un problema causado por un sistema económico
injusto.
Es
increíble que hoy en día en pleno siglo XXI, haya que seguir relanzando
campañas en contra del asesinato de niños, niñas y jóvenes, porque este mal aún
campea por el mundo. ¿Cómo es posible que aún a estas alturas del partido, a
sesenta y un años del estreno de Los olvidados y a treinta años de Pixote haya que seguir abriéndose
investigaciones para pedir justicia por las muertes violentas de niños, ya que
muchos de esos casos ni siquiera son contemplados por la Ley y, al contrario,
muchos de esos crímenes han sido perpetrados por agentes de la policía, los
cuales hacen gala de su oficio, en medio de una casi absoluta impunidad? Tal vez,
en las curvas estadísticas de Tánatos pasen por muertes inexplicables o se
acuse a los propios chicos de ser los criminales de sus compinches, como sucede
en la cinta de Babenco
¿Cómo pasa todo esto después de sesenta y tres
años de la Declaración de los Derechos Humanos?
Estas
cosas ocurren ante la indiferencia de gobiernos, que prometen y no cumplen o no
practican la obligación de impedir este tipo de asesinatos. Es más, muchos de
estos gobiernos fomentan y financian a los denominados grupos de limpieza, para
quitar la vida, a esta supuesta semilla del mal.
¡La
muerte no es una solución a la delincuencia juvenil, que es, en la mayoría de
los casos causada por la sociedad misma!
El
director, Babenco, allá por 1981, recrearía esta historia, que hace parte de
una real historia universal de la infamia, para llevar a la pantalla la
verdadera tragedia de muchos niños del Tercer mundo, lanzados por la sociedad a
una vida de acciones impulsivas y de criminalidad, al centrar la cámara en la
vida de un niño de la calle de São Paulo, apenas de unos diez años, quien se
mueve en un ámbito delincuencial y de prostitución, a quien arrestan en una
redada, cuyo objetivo es la detención de vagabundos, para ir a un reclusorio,
torturante, degradado y corrupto, del que escapa con Lilica, un adolescente de
diecisiete años afeminado y otros chicos, para enfrentar un mundo cargado de
violencia, que termina por conducirlo a la muerte.
La
calle en las grandes urbes latinoamericanas es el escenario donde multitud de
niños se ven obligados a sobrevivir por cualquier medio, mientras los pequeños
se ven obligados muchas veces a participar en el mundo de los traficantes, de
los ladrones y criminales, quienes se aprovechan de su condición de impunidad
para cometer delitos por encargo.
En
esta película Babenco explora el impacto de los escuadrones de la muerte de la
milicia brasileña, hecho que suscitara un atentado contra él y que su casa
fuera baleada en dos ocasiones, a pesar de que la cinta tenía el mérito de
haber revivido la moribunda industria cinematográfica del Brasil, para ubicarla
en la panorámica internacional y lo llevaría a lograr que su Pixote, lo
consagrara alrededor del mundo.
Con
este filme, Babenco va hasta el límite para ubicarse en el interregno entre la
realidad y la ficción, para cuya realización el director buscara para protagonizarla
a verdaderos niños de la calle, entre ellos, el extraordinario Fernando Ramos
da Silva, encargado de encarnar al célebre Pixote.
El
joven actor se convertiría, a partir de entonces, en toda una celebridad, en
una estrella fugaz, en un fuego fatuo, que lo desubicaría de su realidad, con
el sueño de convertirse en un gran actor para la fábrica de sueños, y luego
darse de culos con la cruel verdad de que este mundo tenía poco que ofrecerle,
pues a los pocos años volvía a ser el chico olvidado y empobrecido, que moriría
atravesado por las balas de un policía, quien lo perseguía después de que el
muchacho cometiera un robo, para cumplir con el destino trágico de su
personaje. Sí, Fernando Ramos da Silva representó su papel hasta el final,
hasta morir acribillado en una casucha de las favelas brasileñas, una de esas
tantas muertes cotidianas de los suburbios de São Paolo.
La presentación estará a cargo de Fernando Mamarí
(Documentalista Brasileño)
Martes 15 de Marzo de 2011 19:00 Hrs.
(Documentalista Brasileño)
Martes 15 de Marzo de 2011 19:00 Hrs.
Galería Autónoma Che Guevara.
--------------------CONVOCAN----------------------
Colectivo Estudiantil Carlos Marx
Galería Autónoma Che Guevara
Movimiento Autónomo de Liberación (M.A.L)
Movimiento de Solidaridad Nuestra América
Taller de Arte e Ideología (T.A.I)