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Re la pág. XXXVI. La esencia subjetiva de la propiedad
privada, la propiedad privada como actividad para sí, como sujeto,
como persona, es el trabajo. Se comprende, pues, que sólo la Economía Política
que reconoció como su principio al trabajo —Adam Smith—, que
no vio ya en la propiedad privada solamente una situación exterior
al hombre, ha de ser considerada tanto como un producto de la energía y
movimientos reales de la propiedad privada, cuanto como un producto de
la industria moderna; de la misma forma que la Economía
Política, de otra parte, ha acelerado y enaltecido la energía y el desarrollo
de esta industria y ha hecho de ella un poder de la
conciencia. Ante esta Economía Política ilustrada, que ha descubierto la esencia
subjetiva la riqueza —dentro de la propiedad privada—, aparecen comoadoradores
de ídolos, como católicos, los partidarios del sistema
dinerario y mercantilista, que sólo ven la propiedad privada como una esenciaobjetiva para
el hombre. Por eso Engels ha llamado con razón a Adam Smith el Lutero
de la Economía. Así como Lutero reconoció en la religión, en la fe,
la esencia del mundo real y se opuso por ello al paganismo
católico; así como él superó la religiosidad externa, al hacer de
la religiosidad la esencia íntima del hombre; así como él negó
el sacerdote exterior al laico; así también es superada la riqueza que se
encuentra fuera del hombre y es independiente de él —que ha de ser, pues,
afirmada y mantenida sólo de un modo exterior—, es decir, es superada ésta su objetividad exterior
y sin pensamiento, al incorporarse la propiedad privada al hombre
mismo y reconocerse el hombre mismo como su esencia así, sin embargo, queda el
hombre determinado por la propiedad privada, como en Lutero queda determinado
por la Religión. Bajo la apariencia de un reconocimiento del hombre, la
Economía Política, cuyo principio es el trabajo, es más bien la consecuente
realización de la negación del hombre al no encontrarse ya él mismo en una
tensión exterior con la esencia exterior de la propiedad privada, sino haberse
convertido el mismo en la tensa esencia de la propiedad privada. Lo que antes
era ser fuera de sí, enajenación real del hombre, se ha convertido
ahora en el acto de la enajenación, en enajenación de sí. Si esa Economía Política
comienza, pues, con un reconocimiento aparente del hombre, de su independencia,
de su libre actividad, etcétera, al trasladar a la esencia misma del hombre la
propiedad privada, no puede ya ser condicionada por las determinaciones locales,
nacionales, etc., de la propiedad privada como un ser
que exista fuera de ella, es decir, si esa Economía Política desarrolla una
energía cosmopolita general, que derriba todo límite y toda
atadura, para situarse a si misma en su lugar como la única política
la única generalidad, el límite único, la única atadura,
así también ha de arrojar ella en su posterior desarrollo esta hipocresía y
ha de aparecer en su total cinismo. Y esto lo hace (despreocupada
de todas las contradicciones en que la enreda esta doctrina) al revelar de
forma más unilateral y por esto más aguda y más
consecuente, que el trabajo es la esencia única de la riqueza, probar la inhumanidad de
las consecuencias de esta doctrina, en oposición a aquella concepción
originaria, y dar por último, el golpe de gracia a aquella última forma de
existencia individual, natural, independiente del
trabajo, de la propiedad privada y fuente de riqueza: la renta de la
tierra, esta expresión de la propiedad feudal ya totalmente economificada e
incapaz por eso de rebeldía contra la Economía Política (Escuela de Ricardo).
No sólo aumenta el cinismo de la Economía Política
relativamente partir de Smith, pasando por Say, hasta Ricardo, Mill, etc., en
la medida en que a estos últimos se les ponen ante los ojos, de manera más
desarrollada y llena de contradicciones, las consecuencias de la Industria;
también positivamente van conscientemente cada vez más lejos que sus
predecesores en el extrañamiento respecto del hombre, y esto únicamente porque
su ciencia se desarrolla de forma más verdadera y consecuente. Al hacer de la
propiedad privada en su forma activa sujeto, esto es, al hacer simultáneamente
del hombre una esencia, y de hombre como no ser un ser, la contradicción de la
realidad se corresponde plenamente con el ser contradictorio que han reconocido
como principio. La desgarrada (II) realidad de la industria confirma
su principio desgarrado en si mismo lejos de refutarlo. Su
principio es justamente el principio de este desgarramiento.
La
teoría fisiocrática del Dr. Quesnay representa el tránsito del
mercantilismo a Adam Smith. La fisiocracia es, de forma
directa, la disolucióneconómico—política de la propiedad feudal,
pero por esto, de manera igualmente directa, la transformación
económico—política, la reposición de la misma, con la sola diferencia de
que su lenguaje no es ya feudal, sino económico. Toda riqueza se resuelve en tierra
y agricultura. La tierra no es aún capital, es todavía una
especial forma de existencia del mismo que debe valer en su naturalidad,
especialidad, y a causa de ella; pero la tierra es, sin embargo, un elemento natural
general, en tanto que el sistema mercantilista no conocía otra existencia de la
riqueza que el metal noble. El objeto de la riqueza, su
materia, ha recibido pues al mismo tiempo, la mayor generalidad dentro de los limites
de la naturaleza en la medida en que, como naturaleza, es también
inmediatamente riqueza objetiva. Y la tierra solamente, es para el hombre
mediante el trabajo, mediante la agricultura. La esencia subjetiva de la
riqueza se traslada, por tanto, al trabajo. Al mismo tiempo, no obstante, la
agricultura es el único trabajo productivo. Todavía el trabajo no
es entendido en su generalidad y abstracción; está ligado aún como a su
materia, a un elemento natural especial; sólo es conocido
todavía en una especial forma de existencia naturalmente determinada.
Por eso no es todavía más que una enajenación del hombre determinada, especial,
lo mismo que su producto es comprendido aún como una riqueza determinada, mas
dependiente de la naturaleza del trabajo mismo. La tierra se reconoce aquí
todavía como una existencia natural, independiente del hombre, y no como
capital, es decir, no como un momento del trabajo mismo. Más bien aparece el
trabajo como momento suyo. Sin embargo, al reducirse el fetichismo de la
antigua riqueza exterior, que existía sólo como un objeto, a un elemento
natural muy simple, y reconocerse su esencia, aunque sea sólo parcialmente, en
su existencia subjetiva bajo una forma especial, está ya iniciado
necesariamente el siguiente paso de reconocer la esencia general de
la riqueza y elevar por ello a principio el trabajo en su forma más absoluta,
es decir, abstracta. Se le probaría a la fisiocracia que desde el punto de
vista económico el único justificado, la agricultura no es
distinta de cualquier otra industria, que la esencia de la
riqueza no es, pues, un trabajo determinado, un trabajo ligado a un
elemento especial, una determinada exteriorización del trabajo, sino el trabajo
en general.
La
fisiocracia niega la riqueza especial, exterior, puramente
objetiva, al declarar que su esencia es el trabajo. Pero de
momento el trabajo es para ella únicamente la esencia subjetiva de
la propiedad territorial (parte del tipo de propiedad que
históricamente aparece como dominante y reconocida); solamente a la propiedad
territorial le permite convertirse en hombre enajenado. Supera su
carácter feudal al declarar como suesencia la industria (agricultura);
pero se comporta negativamente con el mundo de la industria, reconoce la
esencia feudal, al declarar que laagricultura es la única industria.
Se
comprende que tan pronto como se capta la esencia subjetiva de
la industria que se constituye en oposición a la propiedad territorial, es
decir, como industria, esta esencia incluye en sí a aquel su contrario. Pues
así como la industria abarca a la propiedad territorial superada, así también
su esencia subjetiva abarca, al mismo tiempo, a la esencia
subjetiva de ésta.
Del
mismo modo que la propiedad territorial es la primera forma de la propiedad
privada, del mismo modo que históricamente la industria se le opone
inicialmente sólo como una forma especial de propiedad (o, más bien, es el
esclavo librado de la propiedad territorial), así también se repite este
proceso en la comprensión científica de la esencia subjetiva de
la propiedad privada, en la comprensión científica del trabajo; el
trabajo aparece primero únicamente como trabajo agrícola, para
hacerse después valer como trabajo en general.
(III)
Toda riqueza se ha convertido en riqueza industrial, en riqueza del
trabajo, y la industria es el trabajo concluido y pleno del mismo modo que el sistema
fabril es la esencia perfeccionada de la industria, es
decir, del trabajo, y el capital industrial es la forma
objetiva conclusa de la propiedad privada.
Vemos
cómo sólo ahora puede perfeccionar la propiedad privada su dominio sobre el
hombre y convertirse, en su forma más general, en un poder histórico-universal.
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