(I)
El salario está determinado por la lucha abierta entre
capitalista y obrero. Necesariamente triunfa el capitalista. El capitalista
puede vivir más tiempo sin el obrero que éste sin el capitalista. La unión
entre los capitalistas es habitual y eficaz; la de los obreros está prohibida y
tiene funestas consecuencias para ellos. Además el terrateniente y el
capitalista pueden agregar a sus rentas beneficios industriales, el obrero no
puede agregar a su ingreso industrial ni rentas de las tierras ni intereses del
capital. Por eso es tan grande la competencia entre los obreros. Luego sólo
para el obrero es la separación entre capital, tierra y trabajo una separación
necesaria y nociva. El capital y la tierra no necesitan permanecer en esa
abstracción, pero sí el trabajo del obrero.
Para
el obrero es, pues, mortal la separación de capital, renta de la tierra y
trabajo.
El
nivel mínimo de salario, y el único necesario, es lo requerido para mantener al
obrero durante el trabajo. y para que él pueda alimentar una familia y no se extinga
la raza de los obreros. El salario habitual es, según Smith, el mínimo
compatible con la simple humanité, es decir, con una existencia
animal.
La
demanda de hombres regula necesariamente la producción de hombres, como ocurre
con cualquier otra mercancía. Si la oferta es mucho mayor que la
demanda, una parte de los obreros se hunde en la mendicidad o muere por
inanición. La existencia del obrero está reducida, pues, a la condición de
existencia de cualquier otra mercancía. El obrero se ha convertido en una
mercancía y para él es una suerte poder llegar hasta el comprador. La demanda
de la que depende la vida del obrero, depende a su vez del humor de los ricos y
capitalistas. Si la oferta supera a la demanda entonces una de las partes
constitutivas del precio, beneficio, renta de la tierra o salario, es pagada
por debajo del precio; una parte de estas prestaciones se sustrae,
pues, a este empleo y el precio del mercado gravita hacia el precio natural
como su centro. Pero, 1.) cuando existe una gran división del trabajo le es
sumamente difícil al obrero dar al suyo otra dirección; 2) el perjuicio le
afecta a él en primer lugar a causa de su relación de subordinación respecto
del capitalista.
Con
la gravitación del precio de mercado hacia el precio natural es así el obrero
el que más pierde y el que necesariamente pierde. Y justamente la
capacidad del capitalista para dar a su capital otra dilección es la que, o
priva del pan al obrero, limitado a una rama determinada de trabajo, o le
obliga a someterse a todas las exigencias de ese capitalista.
(II)
Las ocasionales y súbitas fluctuaciones del precio de mercado afectan menos a
la renta de la tierra que a aquellas partes del precio que se resuelven en
beneficios y salarios, pero afectan también memos al beneficio que al salario.
Por cada salario que sube hay, por lo general, uno que se mantiene estacionario y
uno que baja.
El
obrero no tiene necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero
necesariamente pierde con él. Así el obrero no gana cuando el
capitalista mantiene el precio del mercado por encima del natural por obra de
secretos industriales o comerciales, del monopolio o del favorable
emplazamiento de su terreno.
Además: los
precios del trabajo son mucho más constantes que los precios de los víveres.
Frecuentemente se encuentran en proporción inversa. En un año de carestía el
salario disminuye a causa de la disminución de la demanda y se eleva a causa
del alza de los víveres. Queda, pues, equilibrado. En todo caso, una parte de
los obreros queda sin pan. En años de abundancia, el salario se eleva merced al
aumento de la demanda, disminuye merced a los precios de los víveres. Queda,
pues, equilibrado.
Otra
desventaja del obrero:
Los
precios del trabajo de los distintos tipos de obreros difieren mucho más que
las ganancias en las distintas ramas en las que el capital se coloca. En el trabajo toda
la diversidad natural, espiritual y social de la actividad individual se
manifiesta y es inversamente retribuida, en tanto que el capital muerto va
siempre al mismo paso y es indiferente a la real actividad
individual. En general hay que observar que allí en donde tanto el obrero como
el capitalista sufren, el obrero sufren en su existencia y el capitalismo en la
ganancia de su inerte Mammón.
El
obrero ha de luchar no sólo por su subsistencia física, sino también por lograr
trabajo, es decir, por la posibilidad, por lo medios, de poder realizar su
actividad. Tomemos las tres situaciones básicas en que puede encontrarse la
sociedad y observemos la situación del obrero en ellas.
l)
Si la riqueza de la sociedad está en descenso, el obrero sufre más que nadie,
pues aunque la clase obrera no puede ganar tanto como la de los propietarios en
una situación social próspera, aucune ne souffre aussi cruellement de
son déclin que la classe des ouvriers. (Ninguna sufre tanto con su decadencia
como la clase obrera, Smith, II, 162).
III),
2) Tomemos ahora una sociedad en la que la riqueza aumenta. Esta situación es
la única propicia para el obrero. Aquí aparece la competencia entre
capitalistas la demanda de obreros excede a la oferta, pero:
En
primer lugar, el alza de los salarios conduce a un exceso
de trabajo de los obreros. Cuanto más quieren ganar, tanto más de su
tiempo deben sacrificar y, enajenándose de toda libertad, han de realizar, en
aras de la codicia, un trabajo de esclavos. Con ello acortan su vida. Este
acortamiento en la duración de su vida es una circunstancia favorable para la
clase obrera en su conjunto, porque con él se hace necesaria una nueva oferta.
Esta clase ha de sacrificar continuamente a una parte de si misma para no
perecer por completo.
Además,
¿cuándo se encuentra una sociedad en vías de enriquecimiento progresivo? Con el
aumento de los capitales y las rentas de un país. Esto, sin embargo, sólo es
posible: a) porque se ha acumulado mucho trabajo, pues el capital es trabajo
acumulado; es decir, porque se ha ido arrebatando al obrero una cantidad
creciente de su producto, porque su propio trabajo se le enfrenta en medida
creciente como propiedad ajena, y los medios de su existencia y de su actividad
se concentran cada vez más en mano del capitalista; b) la acumulación del
capital aumenta la división del trabajo y la división del trabajo el número de
obreros; y viceversa, el número de obreros aumenta la división del trabajo, así
como la división del trabajo aumenta la acumulación de capitales. Con esta
división del trabajo, de una parte, y con la acumulación de capitales, de la
otra, el obrero se hace cada vez más dependiente exclusivamente del trabajo, y
de un trabajo muy determinado, unilateral y maquinal. Y así, del mismo modo que
se ve rebajado en lo espiritual y en lo corporal a la condición de máquina, y
de hombre queda reducido a una actividad abstracta y un vientre. Se va haciendo
cada vez más dependiente de todas las fluctuaciones del precio de mercado, del
empleo de los capitales y del humor de los ricos. Igualmente, el crecimiento de
la clase de hombres que no tienen (IV) más que su trabajo agudiza la
competencia entre los obreros, por tanto, rebaja su precio. En el sistema
fabril esta situación de los obreros alcanza su punto culminante.
c)
En una sociedad cuya prosperidad crece, sólo los más ricos pueden aún vivir del
interés del dinero. Todos los demás están obligados, o bien a emprender un
negocio con su capital, o bien a lanzarlo al comercio. Con esto se hace también
mayor la competencia entre los capitales. La concentración de capitales se hace
mayor, los capitalistas grandes arruinan a los pequeños y una fracción de los
antiguos capitalistas se hunde en la clase de los obreros, que por obra de esta
aportación padece de nuevo la depresión del salario y cae en una dependencia
aún mayor de los pocos grandes capitalistas; al disminuir el número de
capitalistas, desaparece casi su competencia respecto de los obreros, y como el
número de éstos se ha multiplicado, la competencia entre ellos se hace tanto
mayor, más antinatural y más violenta. Una parte de la clase obrera cae con
ello en la mendicidad o la inanición tan necesariamente como una parte de los
capitalistas medios cae en la clase obrera.
Así,
pues, incluso en la situación social más favorable para el obrero la
consecuencia necesaria para éste es exceso de trabajo y muerte prematura,
degradación a la condición de máquina, de esclavo del capital que se acumula
peligrosamente frente a él, renovada competencia, muerte por inanición o
mendicidad de una parte de los obreros.
(V)
El alza de salarios despierta en el obrero el ansia de enriquecimiento propia
del capitalista que él, sin embargo, sólo mediante el sacrificio de su cuerpo y
de su espíritu puede saciar. El alza de salarios presupone la acumulación de
capital y la acarrea; enfrenta, pues, el producto del trabajo y el obrero,
haciéndolos cada vez más extraños el uno al otro. Del mismo modo, la división
del trabajo hace al obrero cada vez más unilateral y más dependiente, pues
acarrea consigo la competencia no sólo de los hombres, sino también de las
máquinas. Como el obrero ha sido degradado a la condición de máquina, la
máquina puede oponérsele como competidor. Finalmente, como la acumulación de capitales
aumenta la cantidad de industria, es decir, de obreros, mediante esta
acumulación la misma cantidad de industria trae consigo una mayor
cantidad de obra hecha que se convierte en superproducción y termina,
o bien por dejar sin trabajo a una gran parte de los trabajadores, o bien por
reducir su salario al más lamentable mínimo. Estas son las consecuencias de una
situación social que es la más favorable para el obrero, la de la riqueza creciente y progresiva.
Por
último, sin embargo, esta situación ascendente ha de alcanzar alguna vez su
punto culminante. ¿Cuál es entonces la situación del obrero?
3)
«Los salarios y los beneficios del capital serán probablemente muy bajos en un
país que haya alcanzado el último grado posible de su riqueza. La competencia
entre los obreros para conseguir ocupación seria tan grande que los salarios
quedarían reducidos a lo necesario para el mantenimiento del mismo número de
obreros y si el país estuviese ya suficientemente poblado este número no podrá
aumentarse». El exceso debería morir.
Luego,
en una situación declinante de la sociedad, miseria progresiva; en una
situación floreciente, miseria complicada, y en una situación en plenitud,
miseria estacionaria.
Y
como quiera que, según Smith, no es feliz una sociedad en donde la mayoría
sufre, que el más próspero estado de la sociedad conduce a este sufrimiento de
la mayoría, y como la Economía Política (en general la Sociedad del interés
privado) conduce a este estado de suma prosperidad, la finalidad de la Economía
Política es, evidentemente, la infelicidad de la sociedad.
En
lo que respecta a la relación entre obreros y capitalistas, hay que observar
todavía que el alza de salarios está más que compensada para el capitalista por
la disminución en la cantidad del tiempo de trabajo, y que el alza de salarios
y el alza en el interés del capital obran sobre el precio de la mercancía como
el interés simple y el interés compuesto, respectivamente.
Coloquémonos
ahora totalmente en el punto de vista del, economista, y comparemos, de acuerdo
con él, las pretensiones teóricas y prácticas de los obreros.
Nos
dice que, originariamente y de acuerdo con su concepto mismo todo el producto
del trabajo pertenece al obrero. Pero al mismo tiempo nos dice que en realidad
revierte al obrero la parte más pequeña e imprescindible del producto; sólo
aquella que es necesaria para que é1 exista no como hombre, sino como obrero,
para que perpetúe no la humanidad, sino la clase esclava de los obreros.
El
economista nos dice que todo se compra con trabajo y que el capital no es otra
osa que trabajo acumulado, pero al mismo tiempo nos dice que el obrero, muy
lejos de poder comprarlo todo, tiene que venderse a sí mismo y a su humanidad.
En
tanto que las rentas del perezoso terrateniente ascienden por lo general a la
tercera parte del producto de la tierra, y el beneficio del atareado
capitalista llega incluso al doble del interés del dinero, lo que el obrero
gana es, en el mejor de los casos, lo necesario para que, de cuatro hijos, dos
se le mueran de desnutrición (VII). En tanto que, según el economista, el
trabajo es lo único con lo que el hombre aumenta el valor de los productos
naturales, su propiedad activa, según la misma Economía Política, el
terrateniente y el capitalista, que como terrateniente y capitalista son
simplemente dioses privilegiados y ociosos, están en todas partes por encima
del obrero y le dictan leyes.
En
tanto que, según el economista el trabajo es el único precio invariable de las
cosas, no hay nada más azaroso que el precio del trabajo, nada está sometido a
mayores fluctuaciones.
En
tanto que la división del trabajo eleva la fuerza productiva del trabajo, la
riqueza y el refinamiento de la sociedad, empobrece al obrero hasta reducirlo a
máquina. En tanto que el trabajo suscita la acumulación de capitales y con ello
el creciente bienestar de la sociedad, hace al obrero cada vez más dependiente
del capitalista, le lleva a una mayor competencia, lo empuja al ritmo
desenfrenado de la superproducción, a la que sigue un marasmo igualmente
profundo.
En
tanto que, según los economistas, el interés del obrero no se opone nunca al
interés de la sociedad, el interés de la sociedad está siempre y necesariamente
en oposición al interés del obrero.
Según
los economistas, el interés del obrero no está nunca en oposición al de la
sociedad, 1) porque el alza del salario está más que compensada por la
disminución en la cantidad del tiempo de trabajo, además de las restantes
consecuencias antes desarrolladas, y 2) porque, en relación con la sociedad, el
producto bruto total es producto neto y sólo en relación al particular tiene el
neto significado
Pero
que el trabajo mismo no sólo en las condiciones actuales, sino en general, en
cuanto su finalidad, es simplemente el incremento de la riqueza; que el trabajo
mismo, digo, es nocivo y funesto, es cosa que se deduce, sin que el economista
lo sepa, de sus propias exposiciones.
De
acuerdo con su concepto, la renta de la tierra y el beneficio del capital son deducciones que
el salario padece. En realidad, sin embargo, el salario es una deducción que el
capital y la tierra dejan llegar al obrero, una concesión del producto del
trabajo de los trabajadores al trabajo.
El
obrero sufre más que nunca en su estado de declinación social. Tiene que
agradecer la dureza específica de su opresión a su situación de obrero, pero la
opresión en general a la situación de la sociedad.
Pero
en el estado ascendente de la sociedad, la decadencia y el empobrecimiento del
obrero son producto de su trabajo y de la riqueza por él producida. La miseria
brota, pues, de la esencia del trabajo actual.
El
estado de máxima prosperidad social, un ideal, pero que puede ser alcanzado
aproximadamente y que, en todo caso, constituye la finalidad, tanto de la
Economía Política como de la sociedad civil, es, para el obrero, miseria
estacionaria.
Se
comprende fácilmente que en la Economía Política el proletario es
decir, aquel que, desprovisto de capital y de rentas de la tierra, vive sólo de
su trabajo, de un trabajo unilateral y abstracto, es considerado únicamente
como obrero. Por esto puede la Economía asentar la tesis de que
aquél, como un caballo cualquiera, debe ganar lo suficiente para poder
trabajar. No lo considera en sus momentos de descanso como hombre, sino que
deja este cuidado a la justicia, a los médicos, a la religión, a los cuadros
estadísticos, a la policía y al alguacil de pobres.
Elevémonos
ahora sobre el nivel de la Economía Política y, a partir de la exposición hasta
ahora hecha, casi con las mismas palabras de la Economía Política, tratemos de
responder a dos cuestiones.
1)
¿Qué sentido tiene, en el desarrollo de la humanidad, esta reducción de la
mayor parte de la humanidad al trabajo abstracto?
2)
¿Qué falta cometen los reformadores en détail que, o bien
pretenden elevar los salarios y mejorar con ello la situación de la clase
obrera, o bien (como Proudhon) consideran la igualdad de salarios como
finalidad de la revolución social?
El
trabajo se presenta en la Economía Política únicamente bajo el aspecto de actividad
lucrativa.
(VIII)
Puede afirmarse que aquellas ocupaciones que requieren dotes especificas o una
mayor preparación se han hecho, en conjunto, más lucrativas; en tanto que el
salario medio para la actividad mecánica uniforme, en la que cualquiera puede
ser fácil y rápidamente instruido, a causa de la creciente competencia ha
descendido y tenia que descender, y precisamente este tipo de
trabajo es, en el actual estado de organización de éste, el más abundante con mucha
diferencia. Por tanto, si un obrero de primera categoría gana actualmente siete
veces más que hace cincuenta años y otro de la segunda lo mismo, los dos ganan,
ciertamente, por término medio, cuatro veces más que antes. Sólo
que si en un país la primera categoría de trabajo ocupa únicamente 1.000
hombres y la segunda a un millón, 999.000 no están mejor que hace cincuenta
años yestán peor si, al mismo tiempo, han subido los precios de los
artículos de primera necesidad. Y con estos superficiales cálculos de término
medio se pretende engañar sobre la clase más numerosa de la población.
Además, la cuantía del salario es sólo un factor en la apreciación delingreso
del obrero, pues para mesurar este último es también esencia tomar en
consideración la duración asegurada del trabajo, de la que no
puede hablarse en la anarquía de la llamada libre competencia, con sus siempre
repetidas fluctuaciones e interrupciones. Por último, hay que tomar en cuenta
la jornada de trabajo habitual antes y ahora. Esta ha sido elevada
para los obreros ingleses en la manufactura algodonera, desde hace veinticinco
años, esto es, exactamente desde el momento en que se introdujeron las máquinas
para ahorrar trabajo, a doce o dieciséis horas diarias por obra de la codicia
empresarial (IX), y la elevación en un país y en una rama de la industria tuvo
que extenderse más o menos a otras partes, dado el derecho, aún generalmente
reconocido, a una explotación incondicionada de los pobres por los ricos
(Schulz, Bewegung delProduktion, pág.. 65).
Pero
incluso si fuera tan cierto, como realmente es falso, que se hubiese
incrementado el ingreso medio de todas las clases de la
sociedad, podrían haberse hecho mayores las diferencias y los intervalos relativos entre
los ingresos, y aparecer así más agudamente los contrastes de riqueza y
pobreza. Pues justamente porque la producción total crece, y
en la misma medida en que esto sucede, se aumentan también las necesidades,
deseos y pretensiones, y la pobreza relativa puede crecer en
tanto que se aminora la absoluta. El samoyedo, reducido a su aceite
de pescado y a sus pescados rancios, no es pobre porque en su cerrada sociedad
todos tienen las mismas necesidades. Pero en un estado que va hacia
adelante que, por ejemplo en un decenio ha aumentado su producción
total en relación a la sociedad en un tercio, el obrero que gana ahora lo mismo
que hace diez años no esta ni siquiera tan acomodado como antes, sino que se ha
empobrecido en una tercera parte (ibid., págs. 65—66).
Pero
la Economía Política sólo conoce al obrero en cuanto animal de trabajo, como
una bestia reducida a las más estrictas necesidades vitales.
Para
cultivarse espiritualmente con mayor libertad, un pueblo necesita estar exento
de la esclavitud de sus propias necesidades corporales, no ser ya siervo del
cuerpo. Se necesita, pues, que ante todo le quede tiempo para poder crear
y gozar espiritualmente. Los progresos en el organismo del trabajo ganan este
tiempo. ¿No ejecuta frecuentemente, en la actualidad, un solo obrero en las
fábricas algodoneras, gracias a nuevas fuerzas motrices y a máquinas
perfeccionadas, el trabajo de 250 a 350 de los antiguos obreros? Consecuencias
semejantes en todas las ramas de la producción, pues energías naturales
exteriores son obligadas, cada vez en mayor medida, a participar (X) en el
trabajo humano. Si antes para cubrir una determinada cantidad de necesidades
materiales se requería gasto de tiempo y energía humana que más tarde se ha
reducido a la mitad, se ha ampliado en esta misma medida el ámbito para la
creación y el goce espiritual sin ningún atentado contra el bienestar material.
Pero incluso sobre el reparto del botín que ganamos al viejo Cronos en su
propio terreno decide aún el juego de dados del azar ciego e injusto. Se ha
calculado en Francia que, dado el actual nivel de producción, una jornada media
de trabajo de cinco horas para todos los capaces de trabajar bastaría a la
satisfacción de todos los intereses materiales de la sociedad... Sin tomar en
cuenta los ahorros gracias a la perfección de la maquinaria, la duración del
trabajo esclavo en las fábricas no ha hecho sino aumentar para una numerosa
población (ibid., 67—68).
El
tránsito del trabajo manual complejo al sistema fabril presupone una
descomposición del mismo en operaciones simples. Pero por ahora sólo una
parte de las operaciones uniformemente repetidas le corresponde de
momento a las máquinas, otra parte le corresponde a los hombres. De acuerdo con
la naturaleza de las cosas, y de acuerdo con experiencias concordantes, una tal
actividad continuamente uniforme es tan perjudicial para el espíritu como pata
el cuerpo; y así, pues, en esta unión del maquinismo con la simple división del
trabajo entre más numerosas manos humanas tenían también que hacerse patentes
todos los inconvenientes de esta última. Estos inconvenientes se muestran,
entre otras cosas, en la mayor mortalidad de los obreros (XI) fabriles... Esta
gran diferencia de que los hombres trabajen mediante máquinas
o comomáquinas no ha sido... observada (ibid., Pág.
69).
Para
el futuro de la vida de los pueblos, las fuerzas naturales brutas que obran en
las máquinas serán, sin embargo, nuestros siervos y esclavos(ibid., pág..
74).
En
las hilaturas inglesas están actualmente ocupados sólo 158.818 hombres y
196.818 mujeres. Por cada 100 obreros hay 103 obreras en las fábricas de
algodón del condado de Lancaster y hasta 209 en Escocia. En las fábricas
inglesas de lino, en Leeds, se contaban 147 obreras por cada 100 obreros; en
Druden y en la costa oriental de Escocia, hasta 280. En las fábricas inglesas
de seda... muchas obreras; en las fábricas de lana, que exigen mayor fuerza de
trabajo más hombres... También las fábricas de algodón norteamericanas
ocupaban, en 1833, junto a 18.593 hombres, no menos de 38.927 mujeres. Mediante
las transformaciones en el organismo del trabajo le ha correspondido, pues, al
sexo femenino, un círculo más amplio de actividad lucrativa..., las mujeres una
posición económica más independiente.,,, los dos sexos más aproximados en sus
relaciones sociales (ibid., págs. 71—72).
«En
las hilaturas inglesas movidas por vapor y agua trabajaban en el año 1835
20.558 niños entre ocho y doce años, 35.867 entre doce y trece años y, por
último, 108.208 entre trece y dieciocho años... Ciertamente que los ulteriores
progresos de la mecánica, al arrancar de manos de los hombres, cada vez en
mayor medida, todas las ocupaciones uniformes, actúan en el sentido de una
paulatina eliminación (XII) de la anomalía. Sólo que en el camino de este mismo
rápido progreso está precisamente el detalle de que los capitalistas pueden
apropiarse, del modo más simple y barato, de las fuerzas de las clases
inferiores, hasta en la infancia, para usar y abusar de ellas en lugar los
medios auxiliares de la mecánica» (Schulz: Bew. d. Podukt.,
págs. 70—71).
«Llamamiento
de lord Broughan a los obreros: ¡Haceos capitalistas! ...esto... lo malo es que
millones sólo logran ganar su modesto vivir gracias a un fatigoso trabajo que
los arruina corporalmente y los deforma mental y moralmente; que incluso tienen
que considerar como una suerte la desgracia de haber encontrado tal trabajo» (ibid.,
pág.. 60).
«Pour
vivre donc, les non—propiétaires sont obligés de se mettre, directement ou
indirectement, au service des propiétaires, c'est—à—dire sous leur dépendance.» Pecqueur: Théorie nouvelle d'économie
sociale, etc. (página 409).
Domestiques—gages,
ouvviers—salaires; employés—traitéments ou émoluments (ibid., págs.. 409—410).
«Louer son travail»,
«prêter son travail à l'intérêt», «travailler à la place d'autrui».
«Louer la matière du
travail», «prêter la matière du travail à l'intéret», «faire travailler autrui
à sa place» (ibid., págs.
411—12).
(XIII) «Cette constitution économique
condamne les hommes à des metiers tellement abjects, à une dégradation
tellement désolante el amère, que la sauvagerie apparaît, en comparaison, comme
une royale condition» (l. c., pág.., 417—18). «La prostitution de
la classe non propriétaire sous toutes les formes» (págs. 421 Y sig).
Traperos.
Ch.
Loudon, en su trabajo Solution du problème de la population, etc.,
París 1842, dice que en Inglaterra existen entre 60.000 y 70.000 prostitutas.
El número de femmes d'une vertu douteuse es del mismo (Página
228).
«La
moyenne vie de ces infortunées créatures sur le pavé, après qu'elles sont
entrées dans la carrière du vice, est d'environ ,six ou sept ans. De manière
,que pour mantenir le nombre de 60 a 70.000 prostituées,il doit y avoir, dalns
les 3 royaumes, au moins 8 à 9.000 femmes qui se vouent à cet infame métier
chaque anné, ou environ vingt—quatre nouvelles victimes par jour, ce qui est la
moyenne d'une par heure; et conséquemment, si la même proportion a lieu sur
toute la surface du globe, il doit y avoir constament un million et demi de ces
malheureuses» (ibid., pág.. 229).
La
population des misérables croît avec leur misère, el c'est à la limite extrême
du déneument que les êtres humains se pressent en plus grand nombre pour se
disputer le droit de souffrir... En 1821, la population de l'Irlande était de
6.801.827. En 1831, elle s'était élevée à 7.764.010; c'est 14% d'augmentation
en dix ans. Dans le Leinster, province où il y a le plus d'aisance, la
population n'a augmenté que de 8%, tandis que, dans le Connaught, province la
plus misérable, l'augmentation s'est élevée à 21%. (Extrait des Enquêtes
publiées en Angleterre sur l'Irlande. Vienne, 1840) Buret, De la
misère, etc., t. I, pág.. [36]—37.
La
Economía Política considera el trabajo abstractamente, como una cosa; le
travail est une marchandise; si el precio es alto, es que la mercancía es
muy demanda; si es bajo, es que es muy ofrecida; comme marchandise, le
travail doit de plus en plus baisser de prix; en parte la competencia entre
capitalista y obrero, en parte la competencia entre obreros, obligan a ello. «La
popullation ouvrière, marchande de travail, est forcément réduite à la plus
faible part du produit... la theorie du travail marchandise est—elle aultre
chose qu'une theorie de servitude déguisée?» (1. c., pág.. 43).
«Pourquoi
donc n'avoir vu dans le travail qu'une valeur d'échange?» (ibid., pág..
44). Los grandes talleres compran :preferentemente ,el trabajo de mujeres y
niños porque éste cuesta menos que el de los hombres (1. c.). «Le
travailleur n'est point vis à vis de celui qui t'emploie dans la position d'un libre
vendeur... le capitalisme est toujours libre d'employer le travail, el
l'ouvrier est toujours forcé de le vendre. La vateur du travail est
complétement détruite, s'il n'est pas vendu à chaque instant. Le travail n'est
susceptibte, ni d'accumulation ni même d'épargne, à la différence des
véritabtes [marchandises]. (XIV) Le travail c´est la vie, et si la vie ne
s'échange pas chaque jour contre les aliments, elle souffre el périt bientôt.
Pour que la vie de l'homme soit une marchandise, il faut donc admettre
l'esclavage»(páginas 49, 50, 1. c.). Si el trabajo es, pues, una mercancía,
es una mercancía con las más tristes propiedades. Pero no lo es, incluso de
acuerdo a los fundamentos de la Economía Política, porque no (es) le
libre resultat d'un libre marché. El régimen económico actual baja, a la
vez el precio y la remuneración del trabajo, il perfectionne I'ouvrier
et dégrade l'homme (1. c., págs. 52—3). L'industrie est
devenue une guerre et le commerce un jeu (1. c., pág.. 62).
Les
machines à travailler le coton (en Inglaterra) representan ellas
solas 84.000.000 de artesanos. La industria se encontró hasta el presente en la
situación de la guerra de conquista «elle a prodigé la vie des hommes
qui composaient son armée avec autant d'indifference que les grands
conquérants. Son but était la possesion de la richesse, el non le bonheur des
hommes» (Buret, 1. c., pág.. 20). «Ces intérêts (sc.
économiques), librement abandonés à eux—memmes... doivent nécessairement entrer
en conficte; ils n'ont d'autre arbitre que la guerre el les décisions de la
guerre donnent aux una la défaite el la mort, pour donner aux autres la
victoire... c´est dans le conflit des forces opposées que la science cherche
l'ordre et l'équlibre: la guerre perpétuelle est selon elle le seule moyen
d'obtenir la paix, cette guerre s'appelle la concurrence» (l. c.,
pág.. 23).
"Para
ser conducida con éxito, la guerra industrial exige a ejércitos numerosos que
pueda acumular en un mismo punto y diezmar generosamente. Y ni por devoción ni
por obligación soportan los soldados de este ejército las fatigas que se les
impone; sólo por escapar a la dura necesidad del hambre. No tienen ni fidelidad
ni gratitud para con sus jefes; éstos no están unidos con sus subordinados por
ningún sentimiento de benevolencia; no los conocen como hombres, sino
instrumentos de la producción que deben aportar lo más posible y costar lo
menos posible. Estas masas de obreros, cada vez más apremiadas, ni siquiera
tienen la tranquilidad de estar siempre empleadas; la industria que las ha
convocado sólo las hace vivir cuando las necesita, y tan pronto como puede
pasarse sin ellas las abandona sin el menor remordimiento; y los
trabajadores... están obligados a ofrecer su persona y su fuerza por el precio
que quiera concedérseles. Cuanto más largo, penoso y desagradable sea el
trabajo que se les asigna tanto menos se les paga; se ven algunos que con un
trabajo de dieciséis horas diarias de continua fatiga apenas pueden comprar el
derecho de no morir." (l. c., págs. 66, 69).
(XV) «Nous
avons la conviction... partagée... par les commissaires chargés de l'enquête
sur la condition des tisserands à la main, que les grandes villes industrielles
perdraient, en peu de temps, leur population de travailleurs, si elles ne
recevaient, à chaque instant, des campagnes voisine des recrues continuelles
d'hommes sains, de sang nouveau» (l. c., pág.. 362).
LEA LA SIGUIENTE SECCIÓN
VOLVER AL INDICE
LEA LA SIGUIENTE SECCIÓN
VOLVER AL INDICE
No hay comentarios:
Publicar un comentario